Nuestra profesora de arte del colegio en Argentina se
apellidaba Kats, como gatos en inglés pero con K. Según una amiga, ese apellido
se debía a un conflicto felino que se anidaba en su pelo corto, rubio y
enrulado.
Fue nuestra maestra varios años seguidos, algunos más
queridos que otros: el desequilibrio era otra de sus marcas de agua. En un
mismo día, podía pasar de defenestrar la pintura al acrílico de un alumno y
hacerlo llorar, para que luego de que el joven volviera del baño con su cara
enrojecida, recomendar su "obra" en los torneos juveniles de arte.
Ella nos enseñó sobre puntillismo,
vanguardias, artistas de la academia, más puntillismo, arte abstracto,
impresionismo, que un Van Gogh, que un Monet, surrealismo, que un Dalí, cubismo
social, que un Picasso.
Que
el Guernica.
***
El 26 de abril de 1937, en plena dictadura franquista,
hubo un bombardeo en una pequeña ciudad del norte de España, llamada Guernica. La
localidad vasca había sido atacada por aviones alemanes e italianos aliados a
Franco. Se cree que la cifra de fallecidos abarcó de los 120 a los 300. La
mayoría de las víctimas acabaron siendo mujeres y niños. Como un grupo de
periodistas estaba al lado, en Bilao, cubriendo otro evento, al enterarse de
los bombardeos, hicieron eco de ello. Las fotografías en blanco y negro se publicaron
en varios periódicos. Los ojos del mundo se posaron sobre la ruina.
***
El artista español Pablo Picasso hacía años que ya no
vivía en su país, sino en Francia. Unos meses previos al ataque, el Gobierno de
la República Española (el que enfrentaba Franco) le había encargado un gran
cuadro para la Exposición Universal que se celebraría en París. Cuenta el
folleto del museo Reina Sofía donde actualmente está el Guernica que al ver las
imágenes en los medios ya no dudó más: lo sucedido en Guernica sería el tema de
su cuadro.
Luego de 62 bocetos, se decidió por empezar la gran obra
definitiva. El mismo folleto dice que le llevó menos de un mes pintar ese
lienzo del alto de dos jugadores de básquet y el ancho de cuatro. La obra viajó
mucho y recién llegó a España una vez acabada la dictadura: tuvieron que pasar
más de cuarenta años.
***
No recuerdo lo que la señorita Katz nos explicaba del
significado de los cuadros. Pero, con el detalle de un cuadro realista, recuerdo
su pelo. Las interpretaciones del Guernica son variadas, pero nadie pone en
duda su valor artístico: "Símbolo de los terribles sufrimientos que la
guerra inflige a los seres humanos. Un grito contra el horror y la barbarie de
la guerra. De cualquier guerra. De todas las guerras".
***
Sobre una pared de la sala 206 del Museo Reina Sofía de
Madrid está él. Cubre gran parte de la pared. Si bien está en todas partes -en
las diapositivas de Katz, en fotos en Internet, en murales, en postales- el Guernica está sólo aquí: entre dos mujeres de 50 años que lo
custodian con su chaqueta negra y un pin con el logo del museo, una soga a la
altura de los tobillos que hace de valla, varios carteles que dicen que fotos
no y la piel de gallina de sus espectadores.
Cada dos minutos suena una especie de alarma: el público
no puede quedarse eternamente contemplando la obra. Desde la puerta principal
de la sala, que queda frente al cuadro, se escucha un bullicio. Una señorita
con delantal blanco les dice que hagan silencio: se trata de un grupo de treinta
pequeños estudiantes que rondan los 7 años.
Como si fuera una coreografía, todos juntos se sientan en
posición india, frente al cuadro. Se callan y miran.
—¿Qué ven? -les pregunta la señorita.
El
verdadero Guernica está aquí, inmenso, con sus ojos de
hombre en cabezas de toro, con la electricidad de una lamparita encendida, con
el grito de un unicornio, con una mujer que vuela, con otra que llora con un
niño en brazos.
—Un toro... -dice uno de los niños, un valiente, pues
rompe el silencio.
—Un caballo... -grita una niña.
—Una mujer... -la interrumpe un compañerito.
—Un toro -repite otro con orgullo de principiante.
En
el Guernica, que está aquí frente a sus ojos, no hay bombas, ni
aviones.
—Muy bien chicos -les dice la Katz española - ahora tengo
dos preguntas más, pero respondan sin alzar mucho la voz.
El
Guernica sigue aquí, entre estos niños, mientras afuera se
bombardea.
—¿Les gusta el cuadro? -les pregunta.
—Siiiii -responde en voz baja la mayoría.
—¿Les da alegría?
—No -susurran.
0 comentarios:
Publicar un comentario