Un hombre en
el garaje de su casa cita a los que quieren saber qué va a pasar con su futuro.
Qué les deparará el destino. Como si fuera una especie de “adelanto exclusivo” de
la película de su vida. “El brujo”, como le dicen el barrio, atiende en una casa sencilla,rodeada de
calles de tierra, ubicada al oeste de la provincia de Buenos Aires. Tiene dos puertas, una para los que no les
molesta esperar, a cambio de no pagar, y otra –un portón- por la que ingresan los que abonan
los $50 que sale la consulta. Se cree que “el boca en boca” es muy eficiente
–ya que no tiene publicidad- porque todos los días, menos los lunes que no
atiende, la salita de espera está repleta y se hacen filas de automóviles y
hasta camionetas 4X4 en la entrada del lugar. Cada tanto se abre el portón y
hace pasar a su próximo paciente.
Mara entra por
el portón.
- ¿Qué querés saber? ¿Qué problema
tenés?
El brujo Tino
está rodeado de fotos del Gauchito Gil. Tiene una tele prendida en un canal que
no para de comunicar chimentos y un tablón con dos sillas, sobre el que reposa un mazo de cartas
españolas.
- ¿Cómo es tu nombre? ¿El de tu
pareja? Escribime la fecha de nacimiento de los dos en este papel.
Tino,
mientras hace estas preguntas, agarra el mazo, comienza a mezclarlo y
dice en voz alta los nombres indicados.
- Ahora separá el mazo en tres y elegí
uno.
Toma el pilón
de cartas elegido y comienza a darlas vueltas sobre la mesa. Dice cosas como
“acá veo otra mujer. Vos sos celosa. Veo un hombre mayor. Tres hijos. Una
propuesta de matrimonio. Una casa. Crecimiento económico. Te salió la rueda de
la fortuna. Problemas de cintura”.
- ¿Cómo estás con tu pareja?
-Bien -dijo Mara.
- ¿Tenés algún otro problema para
consultar?
Tino vuelve a
tirar las cartas, esta vez por el futuro laboral. “Acá veo firmas, contratos”,
explica mientras reparte y ve las figuras con espadas, bastos, oros y copas.
-Gracias por venir. La consulta es
$50. Te recomiendo hacerte los baños que abren caminos. Te doy las indicaciones
en este papel. Volvé cuando quieras.
Mara sale del garage y tira el papel en el primer cesto que se cruza a su pasa. Todavía no lo sabe, pero vivirá su vida igual que antes y esperará no tener problemas de cintura cuando sea vieja.